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La perspectiva de un viaje a una isla desierta a veces nos tienta a todos. En la multitud de tareas y preocupaciones diarias, soñamos con sentarnos cómodamente en una hamaca colgada entre las palmeras. Hay una forma sencilla de hacer realidad esos sueños. Y esto sin levantarse de la cama, porque es en un dormitorio privado donde el mar nos abre el corazón. Estamos tan ocupados, absortos en pensamientos sobre los próximos proyectos, preocupados por lo que traerá el día siguiente. Merecemos una luna de miel lejos de la tecnología, la industria del turismo y las personas. Solo ustedes dos, arena blanca y el ruido de inconmensurables olas que vienen de los cuatro lados ... La imagen de la isla paradisíaca actúa como un masaje para su mente: le permite tomar distancia y atraer nuevas fuerzas del universo. !